Con frecuencia escucho a oficiales de la ley de todos los rangos expresar un deseo de contar nuestra propia historia, recuperar la narrativa y no dejar que los medios u otros controlen el diálogo. A menudo, el deseo es demostrar a nuestras comunidades que la imagen de la policía que muchas veces presentan los medios de comunicación o que se difunde a través de las redes sociales tergiversa en gran medida la profesión y pinta una imagen inexacta de lo que hacen nuestros oficiales cada día.